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  • milaleon03

Alaska, viaje en casa rodante (Día 9)



Hoy viajaremos 105 millas hasta el glaciar Matanuska, de allí 90 millas de paso por

Anchorage y luego 127 millas más hasta Seward. Salimos temprano, 8:00 am, y a Sergio lo dejamos dormir hasta nuestro primer destino.

El parque en el cual se encuentra el glaciar es parte de una propiedad privada por lo que hay que pagar para ingresar ($30 por persona y $15 por niño) además por $100 se puede contratar un guía que acompañe y que tiene acceso a un par de lugares especiales. Nosotros decidimos hacerlo a nuestro ritmo. La caminata de poco mas de un kilometro no es extenuante, mas bien muy agradable. Primero se camina por un paisaje casi lunar de tierra negra donde a momentos el agua brota de la tierra misma. El permafrost descongelándose!.



A medida que uno se acerca al glaciar es difícil distinguir cuando la tierra deja de ser tierra y es ya solo hielo sucio por los anos. Mas arriba todo se vuelve blanco, el piso, las estructuras por las que uno pasa, los cañones y elevaciones que rodean. En realidad ni siquiera es blanco, el hielo es espectacularmente azul. en las grietas, capturado en el hielo se puede ver el oxigeno de hace cientos de anos, creo yo. Cuando finalmente sale el sol, todo resplandece y uno quiere capturar toda esta belleza fría pero rápidamente nos percatamos que las fotografías de hielo no se nos dan fácilmente. Aquí es uno de los lugares donde la fotografía no se acerca a la realidad mínimamente.

Pasamos cerca de dos horas en este desvió del camino y emprendemos nuevamente la marcha con destino al mar, el cielo se empieza a cubrir de nubes y más adelante empieza una llovizna que nos acompañara el resto del día. De pasada por Anchorage hacemos una parada en Walmart porque fuera de esta ciudad y de Fairbanks, los mercados son escasos y muy caros.

A 60 millas en el camino nos desviamos nuevamente, esta vez para conocer Whittier, que la guía turística describe como un lugar igualmente horrible como bonito. Se trata de una población de 250 habitantes a la que se llega cruzando un túnel que se abre para un sentido de trafico cada hora. Nació como una base militar en la segunda guerra mundial y todavía tiene reminiscencias de esa época. Esta situada en una bahía estratégica que en caso de buen clima debe ser espectacular. No nos toco a nosotros y lo que vimos fue un poblado gris dedicado a una marina y un puerto de pesca y dominado por el edificio más alto que hemos visto en toda Alaska. Una construcción de etilo soviético de la guerra fría, totalmente incongruente en medio de la abundancia del paisaje boscoso. En sus 14 pisos, nos enteramos, vive mas de la mitad de los habitantes de todo el poblado y se alberguen las oficinas estatales. Al menos será fácil hacer una “town Meeting” comenta Hendrik.




Bastante intrigados por qué es lo que lleva a las personas a vivir en un lugar tan alejado, nos retiramos sin respuestas.

El resto del camino lo hacemos sin novedades y llegamos a Seward cerca de las seis. A tiempo para dar un paseo junto a la bahía, cocinar una pasta a la carbonara y hacer un fuego directamente en la playa del campamento, que por ser sábado está lleno.

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